Hoy,
casi 120 años después del descubrimiento de del radio por Marie Curie, todos
somos muy conscientes de los peligros potenciales asociados a la exposición del
cuerpo humano a elementos radiactivos. Sin embargo, desde los primeros años
durante los cuales los científicos fueron pioneros en el estudio de la
radiactividad hasta mediados de la década de 1940, poco se conocía acerca de
los efectos sobre la salud tanto a corto como a largo plazo. Claramente, Pierre
y Marie Curie sirvieron involuntariamente como cobayas.
A
Pierre le gustaba tener una muestra en el bolsillo para poder demostrar sus
propiedades de calor y color a los curiosos. Incluso una vez se ató un frasco con
radio a su brazo desnudo durante varias horas para estudiar la curiosa forma en
que quemaba su piel sin dolor. Marie, a su vez, tenía una muestra en su mesita
de noche que utilizaba para iluminar tenuemente la habitación. Ellos pasaban
todos los días en su laboratorio con una gran cantidad de materiales radiactivos
esparcidos por todos los rincones, los cuales manipulaban regularmente. De
hecho, todas las notas de laboratorio de la pareja y muchas de sus pertenencias
personales siguen siendo tan radiactivas hoy que no se pueden ver ni estudiar
con seguridad.
Ambos
sufrían de una fatiga inexplicable y de dolencias. Pierre experimentaba en todo
el cuerpo dolores que se debían, según él, al reumatismo. Se habían vuelto más
frágiles y cogían todo tipo de enfermedades; rápidamente se fatigaban y debían
luchar contra un letargo permanente. Por otro lado, las puntas de los dedos de
Marie le dolían cada vez más y se agrietaban a medida que manipulaba más las
sustancias purificadas. Sin embargo, para ellos no parecía tener sentido andar
perdiendo el tiempo en tomar precauciones para evitar una eventual quemadura.
Hasta el final de sus días estuvo trabajando en su laboratorio (Fuente). |
El
aire que respiraban en el laboratorio hora tras hora acabaría por mostrarse décadas
más tarde como el responsable directo de las afecciones pulmonares que sufrían
todos los que trabajaban con el radio. Acabaría demostrándose también que los
rayos gamma, en las cantidades que sus cuerpos absorbían diariamente de fuentes
de radio concentradas y sin protección, eran seriamente dañinos para la médula
espinal, provocando los consiguientes desórdenes sanguíneos de tipo canceroso.
El
primer embarazo de Marie Curie ya coincidió con la época en las que andaba
manipulando soluciones de radio y polonio altamente concentradas, solamente
almacenadas en simples frascos de cristal. Teniendo en cuenta las cantidades de
muestras que usaba en aquella época, Marie Curie estaba sometida a unas dosis
de radiaciones mucho más elevadas de lo que el sentido común permite a una
mujer embarazada.
Aunque
la vida de Pierre Curie se interrumpió trágicamente en 1906, en el momento de
su muerte sufría de constantes dolores y fatiga. Marie también se quejaba de
síntomas similares hasta que sucumbió a la anemia aplásica en 1934. Pero en
ningún momento se consideró, ni siquiera ella, la posibilidad de que su propio
descubrimiento fuese capaz de afectar de modo irreversible a las células de su
cuerpo.
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