A
medida que los Curie daban a conocer al mundo los revolucionarios resultados de
sus investigaciones sobre la radiactividad y los nuevos elementos químicos
descubiertos, la comunidad científica no dejó pasar la oportunidad para
profundizar o abrir nuevas vertientes de investigación.
Los
primeros en comprender lo que sucedía realmente dentro de los elementos
radiactivos fueron el físico neozelandés Ernest Rutherford y su colega, el
radioquímico inglés, Frederick Soddy. Su revolucionaria explicación del proceso
de descomposición radiactiva le valió al primero el Premio Nobel de Química en
1908. Más adelante también concibió su propio modelo atómico, hablando por vez
primera de un núcleo con carga positiva y a su alrededor, girando tantos
electrones ―con carga negativa― como para hacer el conjunto eléctricamente
neutro.
En 1907, Bertram Boltwood, un físico estadounidense y muy cercano a Rutherford, fue pionero en el uso de la datación radiométrica, convertida en la principal fuente de información sobre la edad absoluta de las rocas y otros materiales geológicos. El método compara las cantidades de un radioisótopo natural en el material con la cantidad de sus productos de descomposición radiactiva. También en los Estados Unidos, Willard Libby fue pionero en otro método de datación, la del carbono-14, por la cual recibió el Premio Nobel de Química en 1960. Este método utiliza las propiedades de un isótopo radiactivo del carbono para determinar la edad de un objeto que contiene material orgánico.
Siguiendo
los pasos de sus padres, la hija mayor, Irène ―con apellido de casada
Joliot-Curie― eligió también la radiactividad como campo de investigación. Veinticuatro años después de que Marie Curie recibiera su segundo Nobel, Irène y su esposo,
Frédéric Joliot, recibieron conjuntamente el Premio Nobel de Química por los
avances que habían logrado en la síntesis de nuevos elementos radiactivos.
Aunque fue un placer para Marie haber sido testigo de la investigación exitosa
de su hija y su yerno, ella no vivió para verlos ganar el premio.
El matrimonio Joliot-Curie fue galardonado por el Premio Nobel de Química en 1935 por el descubrimiento de la radiactividad artificial (Fuente). |
Varios
investigadores más del Instituto del Radio de París también hicieron
contribuciones significativas que se basaron en el trabajo original de Marie
Curie. Desde 1919 hasta su muerte en 1934, los químicos y físicos de su
laboratorio publicaron 483 obras. En 1929, Salomon Rosenblum descubrió que el
actinio radiactivo ―preparado específicamente para él por Marie Curie― en
presencia de un poderoso electroimán emitía radiación alfa en cantidades
discretas de energía, lo que se tomó como una ratificación de la teoría
cuántica. Fernand Holweck confirmó la identificación de los rayos X como una
forma de radiación electromagnética mediante el uso de una bomba diseñada por
él mismo para crear un alto vacío. Bertrand Goldschmidt, que sirvió durante un
tiempo como asistente personal de Curie, usó técnicas que aprendió en el
Instituto del Radio para contribuir al desarrollo de la bomba atómica.
Al
aceptar el Premio Nobel de Física, Pierre concluyó con una advertencia
premonitoria. Reconocía la posibilidad de que, en las manos equivocadas, las
propiedades del radio, y por lo tanto las de otros materiales radioactivos,
pudieran resultar perjudiciales. Continuó diciendo «y aquí es donde cabe
preguntarse si la humanidad se beneficia de conocer los secretos de la
naturaleza, si está preparada para aprovecharlos o si acaso este conocimiento
no le será perjudicial. Los descubrimientos de Nobel son un ejemplo
característico: los potentes explosivos han permitido a los hombres hacer obras
dignas de admiración, pero son también un terrible medio de destrucción en
manos de los grandes criminales que arrastran a la gente hacia la guerra. Soy
de los que piensan, al igual que Nobel, que la humanidad sacará más bien que
mal de los nuevos descubrimientos.»
Las
consecuencias del trabajo de los Curie con los compuestos de uranio y el
descubrimiento del polonio y del radio han tenido consecuencias positivas y
negativas para la humanidad, y hay personas honorables en ambos lados: aquellos
que creen que lo bueno supera a lo malo, y aquellos que creen lo contrario. Yo
quiero creer en lo primero.
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