[...] Hay un placer estético en el conocimiento, y es que el conocimiento es la forma más sofisticada de placer.
En concreto en la ciencia, la belleza es un criterio de verdad, por eso se validan teorías, leyes e hipótesis en términos de orden y elegancia. Las leyes fisicas que conseguimos expresar con fórmulas matemáticas, cuanto más bellas, más ciertas. Cuanto más y mejor comprimamos su verdad en estilosos caracteres del alfabeto griego, más ciertas. Nos brindan esa sensación tan placentera de tenerlo todo bajo control. Nos hacen creer que, si está ordenado, es que lo hemos entendido.
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