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Eau de cadavérine #Halloween y #Ciencia




La capacidad de detectar y responder a señales de amenaza quimiosensoriales juega un papel vital en la supervivencia de una amplia gama de especies. Con The Walking Dead hemos aprendido que impregnando nuestra ropa con sangre y vísceras de zombis, puedes despistarlos y evitar que detecten tu carne fresca, que huele algo mejor que la de ellos. ¿Hasta dónde puede ser cierto esto?


Imagen 1. Para escapar de los zombis, los protagonistas de The Walking Dead se impregnan con su sangre y vísceras (theghostdiaries.com).


Cuando los animales mueren, liberan un olor desagradable. Se han llegado a identificar cientos de compuestos, pero dos de ellos son los mayormente fétidos: la putrescina y la cadaverina. Estas diaminas tienen una estructura similar y resultan de la descomposición de los ácidos grasos y del aminoácido lisina, respectivamente, de los tejidos en descomposición del cadáver.



Imagen 2. Estos compuestos son los principales responsables del olor de un cadáver en descomposición.


Las señales quimiosensoriales pueden transmitir dos tipos de amenazas en animales: microbianas y depredadoras. En el primer caso, la información olfativa es a menudo esencial para la identificación de la presencia de patógenos, ya que éstos pueden alterar el aroma de los infectados. Además, la liberación de putrescina y cadaverina en la descomposición del tejido tiene lugar a la vez que las bacterias hacen acto de presencia, una motivación extra para que otros puedan evitar el contacto físico con el cuerpo muerto. Un gran número de especies exhiben comportamientos necrofóbicos y después de detectar el olor que emana de cadáveres, por lo general, responde dejando o evitando la zona. En el segundo caso, la putrescina y la cadaverina liberadas por los cuerpos en descomposición pueden indicar el riesgo de depredación. Dada que una gran proporción de muertes en la naturaleza se dan como resultado de ataques de depredadores, estos compuestos actuarían como señales de alarma útiles para mantenerse alejado.

En el nivel más básico, la detección de amenazas agudiza las reacciones a acontecimientos en el medio ambiente. Por ejemplo, la detección del olor de un depredador interrumpirá la búsqueda de alimento. Una vez que el sistema de gestión de amenazas se activa, se produce la disposición de las conductas de huida o lucha. Con las respuestas de huida, tratan de escapar de la situación, mientras que las respuestas de lucha, ya sea agresión física o verbal, normalmente sólo se utilizan cuando no es posible escapar. Al contrario de lo que se suele creer, de que la respuesta dominante a las amenazas es luchar, la huida es en realidad mucho más común, presumiblemente debido a que la naturaleza selecciona con más fuerza las estrategias que minimicen el riesgo.


Imagen 3. La huida es la decisión más común de los animales ante una amenaza (jesuspaintings.com).


¿Somos los seres humanos capaces de responder de manera similar? Hasta el momento, hay poca evidencia. La mayoría de investigaciones han demostrado que los seres humanos procesan las amenazas visibles o audibles, mientras que los animales se apuntan el tanto del casi inaccesible mundo de los olores. Las investigaciones referentes a éstos en humanos han girado en torno a las señales químicas transmitidas por el sudor del cuerpo. Por ejemplo, cuando personas son expuestas al sudor tomado de donantes durante una experiencia terrible, muestran un reflejo de sobresalto aumentado e interpretan expresiones faciales de miedo. Se supone que esta transmisión de señales químicas de amenazas tiene una función adaptativa para orientarnos a impedir peligros.


Imagen 4. La mayoría de estudios sobre señales quimiosensoriales en humanos se ha estudiado con el sudor (antiperspirantsinfo.com).


Se sabe poco sobre qué compuestos químicos pueden actuar como señales de amenaza olfativas en los seres humanos. Pero dado que la exposición a putrescina y cadaverina provoca comportamientos específicos en animales (huida o lucha), sería bastante plausible pensar que estos mismos compuestos también produzcan comportamientos similares en los seres humanos. De hecho, existen investigaciones que apoyan la hipótesis de que la putrescina y la cadaverina podrían servir como señales de advertencia que movilizan las respuestas de protección para hacer frente a amenazas.

Con frecuencia, las respuestas a olores específicos pueden desarrollarse a través de experiencias asociadas a ellos y también a experiencias personales. Por ejemplo, cuando algo “huele fuertemente a pescado" es visto con desconfianza. La exposición a este olor despierta sospechas hacia los demás, un comportamiento que se supone es el resultado de las reacciones condicionadas a este olor. Además, evaluaciones conscientes de un olor pueden a menudo ser inexactas, dependientes del contexto y alteradas por otros sentidos. En vista de esto, es importante tener en cuenta que las respuestas a señales quimiosensoriales aversivas no requieren una formación previa o una evaluación consciente. 

Aunque el carácter innato de las respuestas a señales químicas sigue siendo controvertido, la capacidad de los humanos para incorporar una información obtenida en prácticas culturales es incuestionable. En consecuencia, la magnitud de las respuestas a amenazas quimiosensoriales específicas podría ser diferente en culturas en las que las personas están expuestas a putrescina y cadaverina con más frecuencia. Por ejemplo, los antiguos embalsamadores egipcios, reaccionarían de forma diferente a los olores procedentes del cuerpo en descomposición que aquellas personas no acostumbradas a tales prácticas. Es decir, el contexto también es fundamental para la forma de reaccionar a los olores.

¿Y cómo puede todo esto ayudarnos con los zombis? Al igual que el cazador se rocía de la orina de su presa para no ser detectado, los protagonistas de The Walking Dead necesitan oler a zombis. Para ello, se impregnan de su sangre y sus restos en descomposición, ricos en putrescina y cadaverina, mezclándose con su entorno. En la serie sacan a relucir el instinto más animal que llevamos dentro. Probablemente, si hubiera algún químico, ya habría ofrecido una solución menos asquerosa y habría diseñado un perfume que bien podría llamarse Eau de cadáverine.



Por Jesús @JGilMunoz 





<<< ¡Vivan los momios!





Este post forma parte del especial "¿Truco o Ciencia?" y participa en la LX Edición del Carnaval de la Química, alojado en el blog Pantomaka.



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RECOMENDACIÓN
  • Novela "Guerra Mundial Z" (Max Brooks, 2006).

Puedes leer el especial en el Nº4 de Journal of Radical Barbatilo directamente desde aquí o descargarlo:





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Se agradece la difusión de este trabajo, gratificante a la par que duro, para que llegue al mayor número de personas y contribuya a la tan necesaria transmisión del conocimiento que muchos hacemos simplemente por amor a la ciencia.

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