Arriba, 'Retirada de Moscú' (A. Northern); abajo, la bacteria Rickettsia prowazekii |
Corría
el año 1812 y l'Empereur decidió invadir Rusia, respaldado por 16 años de invencibilidad. Para
emprender una empresa de tal magnitud, Napoleón reunió lo que fue hasta
entonces el ejército militar más amplio y poderoso jamás conocido. Se componía
de más de 600000 hombres que reunió de todos los países dominados por su Imperio. Así pretendía, bajo intimidación, obligar al Zar a volver a
aliarse con él en su bloqueo continental a Inglaterra lo antes posible. Pero lo que suponía iba a ser una campaña rápida y sencilla se convirtió en una de las catástrofes militares más espectaculares que nunca se haya visto. Menos de 30000 soldados napoleónicos sobrevivieron a la incursión, fue prácticamente la destrucción de la Grand Armée.
Al pasar por Polonia, zona endémica del temible tifus, los soldados fueron presa de un engorroso ataque de piojos y garrapatas y las picaduras se trataban con gasas impregnadas en vino o con malvavisco. En aquél momento se ignoraban las posibles consecuencias pero con el paso de los días esas mismas picaduras se habían convertido en grandes erupciones en la piel provocando insoportables picores que intentaban aliviar rascándose tan fuerte que se hacían heridas aún más grandes que en algunos ya tornaban a un color oscuro. Las altas fiebres se apoderaban de sus cuerpos provocando desvanecimientos. Caían más soldados enfermos que en la batalla.
Estaban siendo objeto de los ataques de otro poderoso enemigo. Un enemigo tan poderoso como minúsculo, casi invisible, pero más cruel y despiadado. No diferenciaba ningún bando, atacando a mansalva tanto a rusos como a soldados imperiales, el ser humano es su objetivo. Las picaduras de los piojos estaban dando sus frutos. Los mismos soldados al rascarse se esparcían por sus heridas, cada vez más abiertas, la munición de estos artrópodos: una miríada de bacterias (a la postre Rickettsias) había penetrado en el torrente circulatorio y provocaba inflamaciones en los vasos sanguíneos, pudiendo afectar a casi todos los órganos.
Fue una pesadilla: siete meses de cruentas y sangrientas batallas que, sumadas a la falta de abastecimiento y del despiadado invierno, sembró kilómetros y kilómetros de la vasta estepa rusa de cadáveres y moribundos. Los médicos sabían de los microbios: - "Necesitamos un servicio sanitario mayor, mi general. Tenemos que formar a soldados a la par que a cirujanos y médicos. Los microbios son nuestros peores enemigos". - "Vine a pelear contra hombres, no contra la Naturaleza" - respondía siempre.
Creemos, los hombres, ser quienes gobernamos la Tierra. Pero fuimos engañados, en la Tierra mandan los microbios.
By @JGilMunoz
Este post también ha sido publicado en el blog del CSIC 'Ciencia para llevar'.
By @JGilMunoz
Este post también ha sido publicado en el blog del CSIC 'Ciencia para llevar'.
No deja de sorprenderme Jesús con cada nuevo artículo. Allá donde escribe y más allá de lo que escribe lo hace siempre con una simpleza y a la vez profundidad que en ocasiones me recuerda, salvando las distancia, al gran maestro de nuestras letras Azorín, quien todo lo hacía tan fácil y tan para los comunes de los mortales, que era lo único con lo que sus adversario le atacaban a falta de otros argumentos de más calado literario e intelectual. Ánimo Jesús.
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