¡Quieto todo el mundo! Suena a orden de película, ¿verdad? Pero… ¿y si esa orden se cumpliera de verdad? ¿Y si todo, absolutamente todo, dejara de moverse?
La física dice que eso solo ocurriría en una situación extrema: cuando la temperatura alcanzara el cero absoluto. Es decir, -273,15 ºC, o 0 K.
Este artículo tiene su versión en audio en el Episodio 8 del Podcast Radical Barbatilo, a partir del 28:35.
Según la teoría cinético-molecular, toda la materia está formada por partículas que se mueven sin parar. En los sólidos, vibran; en los líquidos, se deslizan; en los gases, corren en todas direcciones. La temperatura no es más que una forma de medir la energía de ese movimiento. Cuanto más caliente está algo, más deprisa se mueven sus partículas. Y cuanto más frío, más despacio se mueven.
En el cero absoluto ese movimiento se detendría. Sería como pulsar el botón de “pausa” del universo. ¿Y qué pasaría entonces? Si las partículas dejaran de moverse, la materia perdería sus propiedades tal y como las conocemos. No habría calor, ni presión, ni sonido. La electricidad y el magnetismo dejarían de comportarse igual.
Hasta ahora, el cero absoluto sigue ahí, como una frontera que solo podemos mirar de cerca. Ni siquiera el espacio interestelar, el lugar más frío que conocemos, llega tan lejos: su temperatura ronda los tres kelvin, gracias a la radiación que quedó del Big Bang. En 2021, unos investigadores alemanes consiguieron enfriar átomos de rubidio hasta los 38 picokelvin (pK), una fracción diminuta del kelvin. Incluso los experimentos de la NASA, en el espacio, han rozado ese límite… pero nunca lo han superado.
Lo que sí se sabe es que rozando el cero absoluto, los átomos comienzan a comportarse como una sola super partícula, el conocido como quinto estado de la materia: el condensado de Bose-Einstein.
Pensar en el cero absoluto da un poco de vértigo, porque es imaginar un universo sin movimiento, sin energía, sin tiempo. El propio concepto de vida dejaría de tener sentido. Pero también tiene algo hermoso: nos recuerda que el movimiento es vida, que todo lo que existe vibra, se agita o se transforma.
Después de todo, por muy tentador que suene decir “¡Quieto todo el mundo!”, el universo… simplemente no sabe estarse quieto.

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