Buenas tardes a todos.
Para los que no me conozcan, soy profesor de Física y Química, tutor de los de ciencias (el curso pasado a la luz; este año, entre bambalinas), pero, fundamentalmente, soy amigo de la gran mayoría de los que hoy se gradúan.
Nuestra historia se remonta a un lejano septiembre de 2019, antes de la pandemia. Entonces, si de tiempo se trata, habéis sido de las personas con las que más tiempo he compartido en estos últimos años. Con algunos dos cursos, con otros tres y con Alejandra Ceprián, que tiene el récord absoluto, he estado 4 cursos y 5 asignaturas, es decir, no nos hemos soltado un solo segundo de los que he estado aquí.
Si de cariño se trata, tengo la impresión de que llevo media vida con vosotros. Querer es una sensación bonita, sentirse querido es una sensación más bonita todavía, pero sentirse MUY querido es LA HOSTIA. No hay discurso posible para expresar lo especial que me habéis hecho sentir desde el primer día que entré por esa puerta.
Perdonadme los de Humanidades, pero mis palabras van más dirigidas a los de Ciencias. Sabéis que os tengo mucho cariño a pesar de que seáis unos desertores de la ciencia, cosa que habría que ir incluyendo en el código penal.
Para referirme a los de ciencias suelo decir "los míos" porque realmente os siento así. Y como tal, como algo mío, os he ayudado en lo que he podido y como he podido, os he defendido a capa y espada, el que se metía con vosotros se metía conmigo. Probablemente me he equivocado en un montón de cosas, pero siempre en vuestro beneficio. Como dice el gran Fito: “Ha sido divertido, me equivocaría otra vez”. Y si dejarme el alma por vosotros es ser un “desalmao”, pues sí, soy un “desalmao”.
He tenido mucha suerte al poder acompañaros durante este largo camino. Me fui y volví con esa intención. Ha sido una enorme alegría veros avanzar y es una pena irreparable veros marchar.
Sinceramente, me da vértigo, si no miedo, llegar aquí el curso que viene y no ver a Azahara haciéndome corazoncitos por los pasillos, no escuchar alguna tontería de Carlos Gómez, no meterme con las meriendas de Víctor, no ver a Alberto Rodrigo disfrazado de mí en Halloween, no tener una conversación interesante con Alejandra Da Vinci Navas.
No sé si en el futuro llegará algún grupo que me marque tanto. Tampoco sé si querré. Siento que de algún modo os debo una lealtad eterna. No sé si duraré mucho de profesor, pero tengo la absoluta certeza de que el tiempo que llevo ha merecido la pena solo por encontrarme con vosotros.
Decía antes que nuestra historia se remonta a septiembre de 2019. Empezamos con la materia, la masa, el volumen… hasta hace un par de semanas que acabamos con la polimerización del cloruro de vinilo. Más allá de lo que hayáis podido o querido aprender me alegra pensar que también hemos sabido disfrutar. Es una historia que ha traspasado las fronteras del instituto y que ha hecho que nuestras vidas estén indisolublemente ligadas para siempre.
Una historia con una banda sonora compuesta por Noel; con las lágrimas de Irene Cedena y la sonrisa de Marta; la valentía de Jenni y la agudeza de Cinthya; la calma de Elena Plaza, el quiebro de Iván y el desborde de Héctor; la lucidez de Pablo y la benevolencia de Carlos Moreno; una historia en blanco y negro, discreta, como Alejandra Robles y Mikaela, pero también de un verde profundo como la mirada de Claudia; una historia con corazón, uno gigante, como el de Lucía Quirós.
Una vez que salgáis de aquí todo será muy distinto, cada uno contará su propia historia, pero hasta hoy tenemos una común. Y a mí solo me queda daros las gracias por formar parte de una de las etapas más felices de mi vida.
Para los que no me conozcan, soy profesor de Física y Química, tutor de los de ciencias (el curso pasado a la luz; este año, entre bambalinas), pero, fundamentalmente, soy amigo de la gran mayoría de los que hoy se gradúan.
Nuestra historia se remonta a un lejano septiembre de 2019, antes de la pandemia. Entonces, si de tiempo se trata, habéis sido de las personas con las que más tiempo he compartido en estos últimos años. Con algunos dos cursos, con otros tres y con Alejandra Ceprián, que tiene el récord absoluto, he estado 4 cursos y 5 asignaturas, es decir, no nos hemos soltado un solo segundo de los que he estado aquí.
Si de cariño se trata, tengo la impresión de que llevo media vida con vosotros. Querer es una sensación bonita, sentirse querido es una sensación más bonita todavía, pero sentirse MUY querido es LA HOSTIA. No hay discurso posible para expresar lo especial que me habéis hecho sentir desde el primer día que entré por esa puerta.
Perdonadme los de Humanidades, pero mis palabras van más dirigidas a los de Ciencias. Sabéis que os tengo mucho cariño a pesar de que seáis unos desertores de la ciencia, cosa que habría que ir incluyendo en el código penal.
Para referirme a los de ciencias suelo decir "los míos" porque realmente os siento así. Y como tal, como algo mío, os he ayudado en lo que he podido y como he podido, os he defendido a capa y espada, el que se metía con vosotros se metía conmigo. Probablemente me he equivocado en un montón de cosas, pero siempre en vuestro beneficio. Como dice el gran Fito: “Ha sido divertido, me equivocaría otra vez”. Y si dejarme el alma por vosotros es ser un “desalmao”, pues sí, soy un “desalmao”.
He tenido mucha suerte al poder acompañaros durante este largo camino. Me fui y volví con esa intención. Ha sido una enorme alegría veros avanzar y es una pena irreparable veros marchar.
Sinceramente, me da vértigo, si no miedo, llegar aquí el curso que viene y no ver a Azahara haciéndome corazoncitos por los pasillos, no escuchar alguna tontería de Carlos Gómez, no meterme con las meriendas de Víctor, no ver a Alberto Rodrigo disfrazado de mí en Halloween, no tener una conversación interesante con Alejandra Da Vinci Navas.
No sé si en el futuro llegará algún grupo que me marque tanto. Tampoco sé si querré. Siento que de algún modo os debo una lealtad eterna. No sé si duraré mucho de profesor, pero tengo la absoluta certeza de que el tiempo que llevo ha merecido la pena solo por encontrarme con vosotros.
Decía antes que nuestra historia se remonta a septiembre de 2019. Empezamos con la materia, la masa, el volumen… hasta hace un par de semanas que acabamos con la polimerización del cloruro de vinilo. Más allá de lo que hayáis podido o querido aprender me alegra pensar que también hemos sabido disfrutar. Es una historia que ha traspasado las fronteras del instituto y que ha hecho que nuestras vidas estén indisolublemente ligadas para siempre.
Una historia con una banda sonora compuesta por Noel; con las lágrimas de Irene Cedena y la sonrisa de Marta; la valentía de Jenni y la agudeza de Cinthya; la calma de Elena Plaza, el quiebro de Iván y el desborde de Héctor; la lucidez de Pablo y la benevolencia de Carlos Moreno; una historia en blanco y negro, discreta, como Alejandra Robles y Mikaela, pero también de un verde profundo como la mirada de Claudia; una historia con corazón, uno gigante, como el de Lucía Quirós.
Una vez que salgáis de aquí todo será muy distinto, cada uno contará su propia historia, pero hasta hoy tenemos una común. Y a mí solo me queda daros las gracias por formar parte de una de las etapas más felices de mi vida.
Y una última despedida...
Comentarios
Publicar un comentario