Hace 25 años, desde el Instituto Roslin, en Escocia, se anunció al mundo un hecho sorprendente: se había clonado por primera vez a un mamífero, la oveja Dolly.
Clonar es conseguir, de forma asexual, una copia idéntica del ADN de un organismo, en este caso, de una oveja. Dolly nació en julio de 1996 tras un proceso en el que intervinieron tres ovejas adultas: una proporcionó un óvulo al que se le extrajo el núcleo; otra proporcionó el núcleo con los genes a copiar y que se introdujo en el óvulo de la primera; y una tercera oveja que fue la que gestó el embrión a partir del óvulo de la primera con el ADN de la segunda.
Se puede decir que Dolly tuvo tres madres, pero solamente sería una copia idéntica de la segunda madre, la que puso su ADN, y que tenía la cara blanca, como nació Dolly, señal clara de que había sido clonada.
¿Por qué se llamó Dolly? La célula de la que se extrajo el ADN era una célula de glándula mamaria. Pues al líder del grupo de investigación que clonó a Dolly no se le ocurrió otra cosa que acordarse de la cantante estadounidente Dolly Parton, más concretamente de sus glándulas mamarias.
Machismos aparte, con la clonación de Dolly se demostró que se podía producir un organismo clonado a partir de una célula madura de una parte específica del cuerpo. Fue el pistoletazo de salida de una revolución científica que ha generado avances importantes en medicina regenerativa, biología y agricultura.
Las ovejas de la raza Dorset, como era Dolly, viven alrededor de 12 años. Dolly vivió tan solo 6 años y medio después de desarrollar una enfermedad pulmonar, de ninguna manera relacionada con la forma en que fue creada. Desde entonces sus restos disecados se encuentran expuestos en el Museo Nacional de Escocia.
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