Antes de finales del siglo XIX, la hora era una cuestión puramente local. Cada pueblo ponía sus relojes al mediodía cuando el Sol alcanzaba su punto más alto cada día y viajar significaba tener que cambiar la hora a la llegada.
Sin embargo, una vez que los ferrocarriles comenzaron a operar y a trasladar a las personas rápidamente a través de grandes distancias, el tiempo se volvió mucho más crítico. En los primeros años de los ferrocarriles, los horarios eran muy confusos porque cada parada se basaba en una hora local diferente. Por lo que la estandarización de la hora fue esencial para el funcionamiento eficaz de los ferrocarriles.
En 1878, el canadiense Sir Sandford Fleming propuso el sistema de husos horarios mundiales que usamos hoy. Dado que la Tierra es esférica y gira una vez cada 24 horas, cada hora la Tierra gira 15º. Así, cada uno de los 24 husos o zonas horarias comprende 15º de longitud. Fue una brillante solución a un caótico problema en todo el mundo.
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En 1883, las compañías ferroviarias de los Estados Unidos comenzaron a utilizar ya las zonas horarias; y en 1884, se celebró una conferencia internacional para estandarizar la hora y seleccionar el meridiano de Greenwich como referencia. A partir de él se añade una hora por cada huso horario que se recorra hacia el este y se resta una hora por cada uno que se recorra hacia el oeste.
Aunque están bien establecidas, no todos los países usan las zonas horarias. Por ejemplo, China e India, aunque sus territorios abarcan varias zonas horarias, tienen una única hora.
Y un caso especial es el de los polos, donde todos los meridianos se unen y se puede caminar a través de todas las zonas horarias en cuestión de segundos. ¿Qué hora es allí entonces? En el Polo Norte, donde ni siquiera hay habitantes, no hay ni necesidad de fijar una hora, pero cuando alguien va allí, ¿qué hora utiliza? Pues la que le convenga, que normalmente es la de su país de origen.
El Polo Sur, o la Antártida, sí que cuenta con varias bases científicas permanentes en las que siempre hay investigadores, por lo que sí necesitan tener una referencia temporal. ¿Qué hora utilizan? Muchos mantienen el horario de su país de origen (Estados Unidos, Chile, Francia, China, etc.), otros optan por mantener el horario de la ciudad de la que partió su avión o su barco y otros siguen la hora de Nueva Zelanda, que es desde donde llega la mayoría a la Antártida.
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