'Totò' Schillaci en el Mundial de Italia 90 |
A falta de un día para el comienzo del Mundial de Brasil de 2014 es inevitable que me vengan a la mente imágenes que me evocan recuerdos de otros mundiales. En mi casa, que es blanca de nacimiento, siempre se han vivido los mundiales con un especial interés.
El primer recuerdo que tengo yo de un Mundial de Fútbol es del de Italia 90. Entonces yo contaba con 5 años y medio pero aún conservo algunas pinceladas en la memoria. En cuanto a España mantengo a fuego dos imágenes: la primera es el partido contra Uruguay en el que debutábamos en el Mundial y que yo miraba de reojo mientras chapoteaba en las piscinas del AquaPark de Sevilla, en una excursión que mi padre organizó para su clase del colegio; la otra imagen ya fue en mi casa, exactamente en el rincón más alejado de la terraza, donde se ubicaba la tele, la primera en color que mi padre compró precisamente con motivo del Mundial de España 82, y en la que ví a Zubizarreta llorando tras eliminarnos Yugoslavia en los octavos de final. Creo que ésa fue la primera de tantas decepciones que la selección española me provocaría hasta nuestra época dorada que dura hasta hoy.
También recuerdo nombres propios: los colombianos René Higuita y Carlos Valderrama y el camerunés Roger Milla. Tres jugadores peculiares de dos selecciones que me llamaban más la atención por los vivos colores de su indumentaria que por el fútbol que desplegaban, del cual yo no entendía casi nada por entonces. Higuita, 'El Loco' Higuita, ese intrépido portero que se salía hasta la mitad del campo regateando a diestro y siniestro sin importarle el riesgo que eso conllevaba; Valderrama y su inconfundible melena rizada; los bailes de Milla con el banderín del córner cada vez que marcaba un gol. Pero sin duda tengo grabada la extraña mirada, mezcla de ilusión y de locura, del que a la postre fuera elegido el mejor jugador del Mundial, un tal Schillaci.
Recuerdo y se me dibuja una sonrisa en la cara. Y es que cuando hay Mundial, yo soy feliz.
Hemos compartido tantos y tantos encuentros de fútbol, que verlo sin ti me resulta, aún todavía, extraño y una inexplicable sensación de soledad me embarga. Leer este artículo me ha llenado de nostalgia y eso es algo que no suelo llevar bien. Gracias Jesús.
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